Más que luz y color en el cielo, estos globos esconden un significado ancestral que conecta deseos, tradición y celebración.

24 de diciembre del 2025.— Cada Nochebuena, cuando el reloj se acerca a la medianoche y el ambiente se llena de expectativa, los globos de Cantoya comienzan a elevarse, pintando el cielo con luces cálidas y colores vibrantes. Aunque muchos los ven solo como un espectáculo visual, su significado va mucho más allá de lo decorativo.

Los globos de Cantolla tienen un origen artesanal y simbólico: tradicionalmente representan los deseos, peticiones y buenos augurios que las personas lanzan al cielo al cierre del año. Al soltarlos, se cree que los anhelos desde salud y amor hasta prosperidad y paz viajan con el viento, dejando atrás lo negativo y dando paso a un nuevo comienzo.

En el contexto de la Nochebuena, estos globos adquieren un valor especial. Su ascenso simboliza esperanza, renovación y unión familiar, además de un momento de reflexión colectiva. Cada globo que se eleva es, en esencia, un mensaje silencioso que conecta a quienes lo sueltan con sus sueños para el año que inicia.

Hoy, más allá de la tradición, los globos de Cantolla se han convertido en un dato curioso que mezcla historia, emoción y fiesta. Un recordatorio de que, incluso en medio de la celebración, siempre hay espacio para pedir, agradecer… y mirar al cielo con ilusión. 🎄🎇

Especialistas señalan que el desinterés o rechazo a las fiestas decembrinas puede estar relacionado con presión social, duelos no resueltos y autocuidado emocional

Ciudad de México, a 25 de diciembre de 2025.— Mientras calles, centros comerciales y hogares se llenan de luces, música y celebraciones, para una parte de la población la llegada de diciembre no representa alegría, sino cansancio emocional y malestar. La Navidad, lejos de ser una época universalmente feliz, puede convertirse en un periodo complejo para quienes no logran conectar con el espíritu festivo.

Especialistas en psicología coinciden en que este rechazo no necesariamente responde a una actitud negativa, sino a una combinación de factores emocionales, sociales y personales. Entre ellos destaca la llamada “depresión navideña” o “depresión blanca”, un estado emocional temporal que suele intensificarse durante las fiestas de fin de año.

Patricia Bermúdez, profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM, explica que este fenómeno se origina en gran medida por la presión social de mostrarse feliz, aun cuando las personas enfrentan dificultades económicas, conflictos familiares o pérdidas recientes. Esta disonancia entre lo que se espera sentir y la realidad personal puede generar ansiedad, insomnio e irritabilidad, sin que necesariamente se trate de un trastorno clínico.

El Instituto Mexicano del Seguro Social ha advertido que durante Navidad y Año Nuevo se registra un aumento en síntomas depresivos y conductas de riesgo, situación que suele vincularse con el llamado “síndrome de la silla vacía”. Este concepto hace referencia al dolor que se reactiva por la ausencia de seres queridos en reuniones familiares, una experiencia común durante estas fechas.

A ello se suma la sobreestimulación propia de la temporada: música constante, multitudes, compromisos sociales y consumo excesivo, elementos que pueden resultar abrumadores para personas emocionalmente vulnerables. De acuerdo con la Gaceta UNAM, entre el 4 y el 8% de la población presenta depresión estacional, la cual tiende a agravarse en diciembre debido a los días más cortos, el clima frío y la disminución de luz solar.

Desde una perspectiva de salud mental, no celebrar la Navidad también puede ser una forma válida de autocuidado. Investigaciones citadas por la Universidad Iberoamericana y la Universidad de Guadalajara coinciden en que establecer límites, reducir compromisos sociales y priorizar el bienestar emocional puede ayudar a prevenir un mayor desgaste psicológico.

Los especialistas subrayan que comprender estas reacciones, en lugar de juzgarlas, permite abordar la temporada decembrina con mayor empatía. Cuando el malestar es persistente o intenso, buscar apoyo profesional es una herramienta clave para transitar estas fechas de manera más saludable.

Repetir una melodía en bucle puede ser una señal de cómo el cerebro procesa emociones, estrés y recuerdos

Ciudad de México, a 25 de diciembre de 2025.— Escuchar una canción de manera repetitiva es una experiencia cotidiana para millones de personas. Ya sea en casa, en el automóvil o con audífonos, ese tema que suena una y otra vez no llega por casualidad. De acuerdo con la psicología, este comportamiento está relacionado con la forma en que el cerebro regula emociones y busca equilibrio interno.

Especialistas señalan que repetir una canción puede funcionar como un mecanismo de contención emocional. En momentos de ansiedad, cansancio mental o cambios importantes, la música ofrece una estructura predecible que brinda sensación de seguridad. Al conocer cada nota y cada letra, el cerebro reduce la incertidumbre y encuentra calma.

La psicóloga Patricia Morales explica que, en personas con pensamientos recurrentes, una melodía repetida actúa como un filtro que bloquea ideas intrusivas. Esto permite disminuir la tensión y enfocar la atención en un estímulo agradable y controlado.

Además, la repetición musical activa la dopamina, sustancia asociada al placer y la motivación. Por ello, escuchar la misma canción puede generar bienestar, provocar emociones intensas o revivir recuerdos específicos ligados a experiencias personales.

Desde otra perspectiva, la psicóloga María Angélica Barrero Guinand advierte que la música cumple una función terapéutica cuando se escucha de forma consciente. Si se convierte en un hábito automático y constante, podría perder ese efecto y reflejar una necesidad emocional no atendida.

Este fenómeno también se relaciona con el llamado “earworm”, término utilizado para describir cuando una canción se queda atrapada en la mente. El psiquiatra Srini Pillay indica que, aunque suele ser inofensivo, en algunos casos se asocia con altos niveles de estrés o ansiedad.

Los expertos recomiendan no luchar contra la repetición. Escuchar la canción completa y después cambiar de actividad suele ser suficiente para que el cerebro cierre el ciclo.

En la mayoría de los casos, repetir una canción no es motivo de preocupación. Más bien, es una forma en la que la mente busca acompañarse, procesar emociones y encontrar un momento de estabilidad en medio de la rutina diaria.